lunes, 2 de marzo de 2009

¿Impericia médica o legislativa?


Puede que la impericia médica en Puerto Rico no esté en crisis sino la comprensión del tema por algunos medios, incluyendo ahora el legislativo. Y solo basta recordar lo que, hace un par de siglos sentenciara un escritor irlandés llamado Edmund Burke http://es.wikipedia.org/wiki/Burke: "las malas leyes son la peor clase de tiranía". (Bad laws are the worst sort of tyranny)

El conocimiento convencional, es una idea que debe su “veracidad” a su repetición. Una y otra y otra vez se repite, hasta que acaba por ser una “verdad” aceptada por el sujeto, sin ser pensada. La fuga de médicos hacia EEUU, las demandas frívolas de impericia médica, los altos costos de las primas de seguros, son solo unas cuantas “verdades” que han sido repetidas “ad nauseum” hasta el punto de que algunas personas se lo creen.

Desde el año 2002 el Colegio de Médicos y sus amigos en la legislatura del país han querido cambiar el estado de derecho con relación al tema de la impericia médico-hospitalaria. A pesar de lo mucho que han invertido, dinero y tiempo, han tenido poco éxito.

Ahora quieren modificar el garabato legislativo que llamaron ‘panel de arbitraje’, imponer topes a las compensaciones por daños emocionales y pretender que el perito a ser utilizado por la víctima tenga la m isma especialidad del médico demandado. Veremos en las próximas semanas alguna que otra campaña de relaciones públicas colada gratuitamente en los medios noticiosos del país por el Colegio de Médicos o el presidente de la comisión de salud de la Cámara de representantes hablando con aspecto serio de la necesidad de la legislación.

Esta legislación, sin embargo, representa solo un ataque despiadado en contra de los derechos de las víctimas de impericia médica a una justa compensación por sus daños y al libre acceso a los tribunales. Repiten, hasta el cansancio, que el número de demandas presentadas, frívolas en su mayoría, según éstos, es el causante del alza en las primas de sus seguros, y más recientemente, del éxodo de los médicos hacia EEUU. Por ende, la causa de todas las penas que ellos y el sistema de salud experimentan en nuestra querida Isla.

A los legisladores nuevos le tengo que dar el beneficio de la duda. No debo entender que haya mala intención tras esta legislación. Por tanto, me veo en la necesidad de repetir, una vez más algunos datos que podrían despejar la nube negra que les empaña momentáneamente su comprensión del tema.

En febrero de 2006, se informó que, luego de un período que comenzó en 2002, el costo de los seguros de impericia se había estabilizado. Esta información desinfló el argumento clásico más importante de todos los que han esgrimido quienes han intentado reformar el sistema de derecho, tanto en EEUU como en Puerto Rico. Como siempre habíamos sostenido, el informe corrobora que el aumento en las primas de estos seguros respondió a un comportamiento cíclico que, de tiempo en tiempo, ha experimentado la industria de seguros desde mediados de la década de los 70’s y que en 2002 fue precipitado por las pérdidas sobrevenidas en esa industria por el ataque a las Torres Gemelas a fines de 2001 y la caída subsiguiente sufrida por el mercado de valores. Un manejo inapropiado de sus reservas contribuyeron al colapso de las ganancias de estas aseguradoras, obligándolas a aumentar las primas que cobraban a sus asegurados para de esa manera amortiguar esas pérdidas.

A través de los años, estudios tras estudios concluyen que han sido las prácticas de inversión en un mercado de valores volátil y la política de precios y manejo de riesgo de las propias compañías aseguradoras, y no las reclamaciones de las víctimas de impericia médico-hospitalaria, las verdaderas responsables de los aumentos de las primas en los pasados cuatro años. Es importante puntualizar también que el número de demandas presentadas en los tribunales en Puerto Rico, unas mil anuales, se ha mantenido también estable por más de una década. Igual resultado se informa en cuanto a las presentadas en EEUU.

Un vistazo al National Practitioner Data Bank, órgano oficial del gobierno federal con una extensa base de datos relevantes al tema, resulta también sumamente revelador. Su más reciente informe, de 2005, dice que la media en las compensaciones en estos casos en EEUU fue de $170 mil. (U.S. DEP’T OF HEALTH & HUMAN SERVS., HEALTH RESOURCES & SERVS. ADMIN., NATIONAL PRACTITIONER DATABANK 2004 ANNUAL REPORT, disponible en www.npdb-hipdb.com/pubs/stats/2004_NPDB_Annual_Report.pdf. Mientras, un informe del Comisionado de Seguros reveló en 2004 que en Puerto Rico la compensación media en estos casos resultó ser de $37 mil. SIMED reporta que solo el 15% de sus asegurados son demandados y que la prima del seguro solo se afecta por los recargos cuando se demanda al médico en más de tres ocasiones.

Altos ejecutivos en la industria de seguro en EEUU han admitido cándidamente que la reforma al sistema nada tiene que ver con las primas de los seguros. En 2005 el portavoz de la Asociación Americana de Seguros, Dennis Kelly dijo al Chicago Tribune que “nosotros nunca prometimos una reducción de los precios de los seguros con la reforma el sistema compensatorio. Mark Silva, Bush’s Tort Reform Efforts to Start at “Judicial Hellhole,” CHICAGO TRIB., 3 de enero de 2005, a la página 9. Por otra parte, Victor Schwartz, ‘general counsel’ de la American Tort Reform Association, admitió que “es muy raro que se radiquen demandas frívolas en contra de los médicos. Estas resultan muy caras para radicar.” Nick Anderson & Edwin Chen, The Race for the White House: Bush Pushes Stance against “Junk Lawsuits,” L.A. TIMES, Oct. 22, 2004, at A20.

Ya no es excusa el aumento en las primas de los seguros para buscar los cambios deseados. ¿Son las demandas de impericia entonces las responsables del llamado éxodo de los médicos boricuas hacia EEUU? Ingenieros, enfermeras y otros profesionales han tomado igual decisión. En la década de los noventa casi medio millón de boricuas emigraron en busca de mejor calidad de vida, incluyendo obviamente médicos. Pero si las demandas de impericia médica influyeron en su decisión, entonces estos buenos profesionales de la salud han cambiado chinas por botellas y se han tragado argumentos equivocados y malintencionados que han encontrado sus mejores aliados en las industrias tabacalera y farmacéutica norteamericana. Si lo que desean es no tener que asegurarse, como en el estado de la Florida, es bueno que estén conscientes que entonces tendrán que pagar sentencias más altas y de su propio peculio.

Los médicos no están siendo victimizados por sus pacientes. Sin embargo, esta vez el legislador da la impresión de querer victimizar a sus constituyentes.