miércoles, 25 de mayo de 2011

ACCESO MEDICO ... a los derechos de las víctimas


Como a nadie meten preso por pedir, los médicos en Puerto Rico han pedido (1) inmunidad si ocasionan daños a sus pacientes y familiares, (2) un credito contributivo por la suma dedicada a comprar sus seguros de impericia, por encima de $100 mil (3) derecho a hogar seguro por $250 mil sobre el valor del equity, para que ningún abogado pueda pedir o un tribunal pueda ordenar el embargo de su residencia principal. Por si fuera poco, se quiere que la víctima preste una (4) fianza si desea radicar una demanda de impericia en su contra, luego de que un comité “especializado” decida que no debe hacerlo. Quieren más, muchísimo más y en el gobernador han encontrado una mano amiga que los protege. Y a este “laundry list”, contenido en 43 páginas, que no hace sino cercenar derechos, dejando chiquita a la guillotina francesa, tienen los timbales de llamarle "proyecto de acceso médico". ¿Acceso a donde? Quieren acceso al lugar donde se deben guardar celosamente los derechos del pueblo, en especial de los pobres de este país.

Claman por una abogadectomía radical en estos casos, o sea, extirparse a los abogados del sistema, pero no se atreven a impulsarlo abiertamente. A lo más que han llegado es a proponer un fondo para supuestamente dar tratamiento médico a las víctimas, pero que no cubra gastos legales. Una ley sobre el tema de impericia que saque a los abogados del camino de los médicos sería ideal para ellos, para que puedan practicar su profesión, casi nada auto-regulada, de forma tranquila, sin la pesadilla que supone tener que rendir cuentas a sus pacientes en un foro imparcial. El gobernador, que es abogado, ha llegado al extremo de acusar a los que litigamos estos casos de que vivimos del dolor ajeno.

Se puede ir a programas radiales y explicar que lo que pretende hacer el gobernador, en contra de los derechos de las víctimas de impericia médica, no tiene razón de ser. Porque de convertirse en ley, los proyectos que se han radicado no se traducirán en que los médicos se queden aquí, ni que vengan a nuestro país luego de hacer sus especialidades en el exterior. Se puede explicar, ad nauseum, que las demandas de impericia no han ido en aumento, sino lo contrario; que las primas de seguro que pagan en Puerto Rico son muchísimo menos de las que pagarían en EEUU, donde existe el derecho a juicio por jurado en todos los foros, cuyos veredictos sí que los exponen a perder hasta la cota y no hay exenciones que valgan. Se puede argumentar que los médicos brincan el charco con sus familias porque el país carece de rumbo y el deterioro social nos tiene a todos de cabeza apuntando al abismo.

Saben los médicos que se van y los que se quedan, que en gringolandia tienen mejores condiciones de vida para ellos y sus familias y que pueden percibir mejores ingresos. Están conscientes que los planes de seguro médico en el país les dictan lo que tienen que hacer y no pueden hacer con sus pacientes. Saben que el plan de salud del gobierno es ineficiente y abusivo con ellos.

En fin, hablar con datos en la mano a una mente hecha es como predicar en el desierto. Hasta ahora, tratar de inyectar sensatez en su mente es una causa perdida. Hasta ahora, no hay forma de que el gobernador parezca entrar en razón. Se puede hablar, pero, aunque no existe la ley de la mordaza, de nada vale lo que se diga. Es como si se hablara con una piedra.

Hay que detener esta insensatez, promovida por el gobernador y los gremios médicos, que tiene al pueblo ahogándose en una oleada de mentiras y medias verdades. Puede ser increíble y hasta arriesgado, pero todo parece indicar que, para lidiar en este ambiente repleto de pirañas, los pacientes tengan que recurrir a un tiburón blanco.


Nota del 27 de mayo:
Con el refuerzo de Sharon Reilly, al paso del tiburón blanco solo quedó una estela de cadáveres de pirañas en la superficie de un mar más calmado. Se dejó la consideración de los proyectos de impericia para la próxima sesión ordinaria, cuando habrán vistas públicas. Sin embargo, el poderío económico evidenciado en los medios para adelantar los proyectos que favorecen a los médicos en detrimento de sus pacientes, es sencillamente abrumador. Parece que hay billetes; vamos a ver si el gas pela.

Nota del 31 de mayo:
Annie Mayol fue denunciada como cabildera desde Fortaleza a favor del proyecto de acceso médico (a los derechos de las víctimas). Ella lo hacía antes y le pagaba la sociedad de ortopedas a través de una agencia de publicidad. ¿Que nosotros le estamos pagando ahora para hacer lo mismo? ¿Cómo hago para que me devuelva mi parte? ¿Podemos radicar un pleito de clase?

Nota del 2 de junio:
Catalogándolo de bochornoso, con el fino escalpelo de un cirujano cardiovascular y sin anestesia, los doctores Iván González Cancel y Eduardo Ibarra desbridaron el proyecto de acceso a los derechos de las víctimas de impericia médica en Puerto Rico promovido por el señor gobernador Fortuño, el Colegio de Médicos y por la cabildera Annie Mayol.

viernes, 13 de mayo de 2011

La otra carta abierta al gobierno


HON. LUIS G. FORTUÑO BURSET, GOBERNADOR DE PUERTO RICO
HON. THOMAS RIVERA SCHATZ, PRESIDENTE DEL SENADO DE PUERTO RICO
HON. JENNIFER GONZALEZ, PRESIDENTE DE LA CAMARA DE REPRESENTANTES DE PUERTO RICO

Distinguidos funcionarios:

Nuestro país cuenta con una clase médica preparada, competente y deseosa de brindar los mejores servicios de salud a sus pacientes, pero en sus propios términos. El acceso a ciertos especialistas y sub-especialistas es cada vez menor porque los centros de entrenamiento de residencias han cerrado y estos médicos brincan el charco a especializarse fuera de Puerto Rico y allá se quedan muchos. Incide primordialmente en su decisión el deterioro social que vive nuestro país, el estrangulamiento de los planes de seguros médicos a su práctica profesional, el “capitation” de la reforma de salud, mejores condiciones económicas y mejor calidad de vida para ellos y su familia. Están cansados de que enfermeras contratadas por los planes médicos les digan lo que tienen o pueden hacer con los pacientes. Conscientemente, van estos buenos médicos a un país donde hay más radicaciones - per capita - de pleitos por impericia médica que en Puerto Rico y donde se cobran primas de seguro que multiplican geométricamente las que se cobran en este país, donde un 85% paga menos de $5 mil anuales. Sin embargo, para el que lo hace, el brinco vale la pena y no tienen miedo a lo que les espera, porque son buenos. De hecho, los reclutadores gringos de talento médico carecen de interés en los malos médicos boricuas; desafortunadamente, estos se nos quedan aquí.

También es de conocimiento general que, en muchos de nuestros hospitales, los pacientes poli-traumatizados, los de ortopedia, neurocirugía y otras especialidades quirúrgicas son transferidos al Centro Médico de Puerto Rico. Es cierto que la ley ya concede inmunidad total a los médicos que allí trabajan en caso de reclamaciones de impericia médica, sencillamente porque son empleados públicos de la UPR o ASEM y reciben un sueldo fijo del gobierno. La práctica de transferir pacientes privados realmente no está relacionada con las actuales leyes que rigen las acciones de impericia medico-hospitalarias. Tiene que ver con una mala y cuestionable maña decenal, de manejar solo pacientes con condiciones médicas fáciles de tratar y de fácil remuneración económica. Tiene que ver también con el deseo de vivir una vida más o menos normal, lejos del hospital en horas de la madrugada y más cerca del mar y de las canchas de tennis y campos de golf en los fines de semana y algunos miércoles también. Por eso a los obstetras les gusta hacer tantas inducciones de partos y tantas cesáreas.

El riesgo que tiene un médico a ser demandado siempre ha estado vinculado a su pericia o falta de ella, no al derecho de las victimas a ser justamente compensadas por sus daños ocasionados por negligencia ni a los abogados que las representamos. El resto es un cuento de camino y miedo infundado. Y de esto puede dar fe el gran porciento de buenos médicos en Puerto Rico que nunca han sido demandados, ya que solo el 3% de los médicos ocasiona la mayor parte de las pérdidas de SIMED; los mismos que el Colegio y la Asociación de Médicos sigue protegiendo con su falta de auto-regulación.

La situación con las mujeres parturientas en Puerto Rico no es crítica; han seguido pariendo al mismo ritmo, a pesar de las amenazas o acciones de algunos obstetras de dejar el país. No se van del país a parir; paren aquí. O sobraban los que había, o los que se quedaron han sido suficientes para atenderlas. No obstante, es un hecho cierto que el mundo se está moviendo hacia un parto cada vez más natural, con menos intervenciones de los médicos obstetras que lo que sí han hecho es subir la incidencia de partos por cesáreas. Por si quieren hacer otro homenaje legislativo, es bueno que sepan que Puerto Rico posee la cuestionable distinción de ser el líder en el mundo en este renglón, con un 48% de partos realizados mediante cesárea.

Algunos médicos en EEUU y Puerto Rico, afortunadamente la minoría, hacen medicina defensiva, con la idea equivocada de que con ello pueden evitar las demandas de impericia. Sin embargo, sepan distinguidos funcionarios, que la medicina defensiva no es el estándar medico aceptable en el mundo; encarece los costos de salud e implica una práctica médica antiética y deplorable, que a la larga es pagada por el menos que puede: el paciente. Si esta práctica retrasa el tratamiento médico definitivo y ocasiona un daño, estamos ante un acto de impericia médica y otra demanda que le deben sacar el cuerpo.

El miedo infundado a las demandas o la "jaibería" del liderato de los médicos en Puerto Rico no se resuelve quitándole derechos a sus pacientes, eliminando la solidaridad o poniendo topes a las compensaciones; medidas que solo afectan a los que más daños han sufrido.

No sigan dando inmunidad a los médicos a tutiplén y menos a los que tienen privilegios en hospitales que generan ingresos por estar privatizados. Si quieren favorecer a los médicos, paguen sus seguros de impericia, como sugirió Ud., Señor Gobernador en 2008, cuando era solo un candidato. Paguen los seguros médicos a los estudiantes y a los médicos que entrenan, mientras estén en esas funciones académicas en los hospitales privados.

Reabran los centros de entrenamiento para generar especialistas, que fueron cerrados por los que los antecedieron, por querer implantar el plan de reforma de salud criticado por todos los sectores. La media en las compensaciones que se conceden en los pleitos de impericia médica no excede la cubierta de $100 mil que ofrece SIMED y menos la de $250 mil de Triple S. Además, sepan distinguidos funcionarios, que existe en el mercado de nuestro país seguro del exceso, hasta $3 millones, que los médicos son renuentes a comprar, a pesar de ser su precio uno bien competitivo, prefiriendo pagar a abogados por el exceso de su póliza.

Las víctimas de impericia médica son el eslabón más débil de la cadena y sufren por toda la vida. Con sus virtudes y sus defectos, se sienten protegidas por el actual estado de derecho, que ha servido bien. No quieren ser protegidas por médicos que han demostrado que sus propios intereses económicos excede el interés por la salud de sus pacientes. No cercenen los derechos de los pacientes para favorecer los intereses económicos de una clase que siempre ha sido privilegiada. Es absurdo y risible que al promover el quitarles derechos a sus pacientes, pretendan decir que están protegiéndolos.

Nota: A lo mejor no llega, pero al menos no costó $5,600.00; solo un poco de tiempo y una pizca de coraje del autor ante unas medias verdades publicadas que le zumban la manigueta.


Nota del 15 de mayo
De soga en casa del ahorcao'. Ayer se celebró un foro en el Recinto de Ciencias Médicas sobre el tema de la impericia médica, en vísperas del proyecto de administración que amenazan por presentar desde Fortaleza. Desinflando el argumento del éxodo, allí se dijo que solamente 40 médicos se habían ido de Puerto Rico en 2010 hacia EEUU y que habían regresado 8 y que la motivación no era las demandas, sino mejor calidad de vida, por ende, huyendo del deterioro social y mejores salarios. También se dijo que las demandas de impericia médica no iban en aumento, disminuyendo incluso el promedio de compensaciones a solo $42,000, lo que fácilmente es cubierto por los seguros existentes en el mercado. Y que el actual TEM o Junta de disciplina, bla bla bla estaba inoperante y el Colegio de MD's no autorregulaba a los médicos; incluyendo al 3% que son "viajeros frecuentes" a los tribunales. En fin, allí se habló de la soga en casa del ahorcao'; si no escucharon, es porque no quisieron. Ojalá que el presidente del senado use esos datos y otros adicionales de falta de vínculo,que nadie dijo, para detener esta locura a tiempo; porque, de seguro, a doña Jeniffer y al gobe les importa un K.

Nota del 17 de mayo
"Pese a que el Colegio de Médicos Cirujanos lleva a cabo una campaña denunciando la fuga de galenos al exterior por la falta de un tope en las compensaciones por daños morales en los casos de impericia médica, La Junta de Licenciamiento y Disciplina Médica, aseguró que en 2010 se registró un aumento de 730 galenos licenciados para ejercer la medicina en la Isla." El Vocero de PR, pág. 13.

domingo, 8 de mayo de 2011

LA MENTIRA TIENE PATAS CORTAS


Su afán decenal por introducir una reforma al sistema compensatorio vigente y al estado de derecho con relación a los casos de impericia médica y negligencia hospitalaria, ha llevado al Colegio de Médicos y Cirujanos de Puerto Rico, a desatar en estos dias una costosa campaña de medios. En este "media tour" por todas las emisoras radiales y periódicos del país, el Colegio ha enfatizado su preocupación sobre la mudanza de médicos boricuas hacia Estados Unidos.

“Masivo el éxodo de los galenos boricuas”, fue el titulo de un articulo publicado en el periódico El Nueva Día, hoy 8 de mayo, de la autoría de Gloria Ruiz Kuilan. El subtitulo dice: “Se lo achacan a las leyes de impericia”, estimando que unos 900 galenos han brincado el charco. Cita la periodista a la jefa del Colegio, Dra. Alicia Filiberti, diciendo que: “el propósito es crear conciencia al pueblo de que los médicos están emigrando por un problema grande de impericia”; entre estos “el alto costo de los seguros contra la impericia medica, las demandas frívolas y el plan de reforma que, con la privatización elimino muchos programas de entrenamiento.”

No es la primera vez que el Colegio de Médicos de Puerto Rico achaca el éxodo de médicos a las demandas de impericia médica. Desde la presidencia del Dr. Oscar Rodríguez, a principios del Siglo 21, todos los que han agarrado un micrófono alguna vez lo han hecho. La diferencia es que ahora están gastando un dron de billetes, a manos llenas, con el posible visto bueno del gobernador y la legislatura, que no se quieren quemar solos en este tema.

Una mentira repetida mil veces puede parecer una verdad. Sin embargo, en su esencia, siempre será una mentira, no importa los miles de dólares gastados o las veces que un periodista de prestigio preste su voz para apoyarla en un comercial radial o televisivo pagado.

Según las estadísticas del sindicato de aseguradores (SIMED) que asegura la inmensa mayoría de los médicos en Puerto Rico, el 85% de estos pagan menos de $5 mil dólares anuales de prima por su seguro de impericia médica. ¿De qué altos costos habla la doctora Filiberti cuando en los EEUU estos costos se multiplican geométricamente? Debe ser de los mismos "altos costos" de que hablaba el gobernador cuando era candidato en 2008 y prometía una reforma de las leyes sobre impericia, gestión puramente republicana, proveniente de ese sector político norteamericano que lo ha intentado a nivel federal y no ha podido. En aquella ocasión el candidato habló . . . y el pueblo le creyó.

No hay duda de que el gobernador ha hecho el compromiso de reformar las leyes de impericia médica con la clase médica a la que pertenece su querido suegro y, con toda probabilidad, a juzgar por lo que ha hecho antes, tal vez lo logre más pronto que tarde. Pero él, que bastante quemaíto está con la situación de deterioro a todo nivel prevaleciente en el país, no quiere quemarse solo en este asunto. La legislatura tampoco está en ánimo de hacerlo. Un tema que ha movido a cientos de víctimas de impericia medica y sus familiares a marchar frente al capitolio no pasa desapercibido en el país. Y el Colegio, cuya propia existencia está en entredicho con eso de la colegiación obligatoria, ha decidido echar el resto y gastar las cuotas de sus colegiados en este "media tour", alentado por los políticos a hacerlo. Después de todo, la imagen de los médicos está en mejor estado que la de los políticos y puede aguantar candela.

Como la mentira pocas veces se sostiene, es bueno informar al que me lee, la siguiente cita: “Como muy bien se afirma, las campañas de reclutamiento que se han desarrollado en Puerto Rico por parte de instituciones de salud, la mayoría de ellas procedentes de los Estados Unidos Continentales, han sido muy exitosas y han provocado una migración considerable de médicos, enfermeras, profesionales y especialistas de la salud a otras jurisdicciones. Nuestros profesionales son de primera calidad, además muchos de ellos son bilingües.... No hay duda que el deterioro social también contribuye a la emigración de los profesionales mencionados.”

La anterior cita no es mía, ni de ninguno de los “greedy lawyers” que representamos a las víctimas de impericia médica en Puerto Rico. Lo dijo la propia jefa del Colegio de Médicos, doctora Filiberti, en su ponencia el pasado 11 de febrero de 2011, respaldando la legislación propuesta creando la figura de médicos asistentes.

Alguien dijo alguna vez: “La primera vez que me mientas será por tu culpa, la segunda será por la mía.”


Nota del 17 de mayo
Pese a que el Colegio de Médicos Cirujanos lleva a cabo una campaña denunciando la fuga de galenos al exterior por la falta de un tope en las compensaciones por daños morales en los casos de impericia médica, La Junta de Licenciamiento y Disciplina Médica, aseguró que en 2010 se registró un aumento de 730 galenos licenciados para ejercer la medicina en la Isla. El Vocero de PR, pág. 13.