domingo, 8 de mayo de 2011

LA MENTIRA TIENE PATAS CORTAS


Su afán decenal por introducir una reforma al sistema compensatorio vigente y al estado de derecho con relación a los casos de impericia médica y negligencia hospitalaria, ha llevado al Colegio de Médicos y Cirujanos de Puerto Rico, a desatar en estos dias una costosa campaña de medios. En este "media tour" por todas las emisoras radiales y periódicos del país, el Colegio ha enfatizado su preocupación sobre la mudanza de médicos boricuas hacia Estados Unidos.

“Masivo el éxodo de los galenos boricuas”, fue el titulo de un articulo publicado en el periódico El Nueva Día, hoy 8 de mayo, de la autoría de Gloria Ruiz Kuilan. El subtitulo dice: “Se lo achacan a las leyes de impericia”, estimando que unos 900 galenos han brincado el charco. Cita la periodista a la jefa del Colegio, Dra. Alicia Filiberti, diciendo que: “el propósito es crear conciencia al pueblo de que los médicos están emigrando por un problema grande de impericia”; entre estos “el alto costo de los seguros contra la impericia medica, las demandas frívolas y el plan de reforma que, con la privatización elimino muchos programas de entrenamiento.”

No es la primera vez que el Colegio de Médicos de Puerto Rico achaca el éxodo de médicos a las demandas de impericia médica. Desde la presidencia del Dr. Oscar Rodríguez, a principios del Siglo 21, todos los que han agarrado un micrófono alguna vez lo han hecho. La diferencia es que ahora están gastando un dron de billetes, a manos llenas, con el posible visto bueno del gobernador y la legislatura, que no se quieren quemar solos en este tema.

Una mentira repetida mil veces puede parecer una verdad. Sin embargo, en su esencia, siempre será una mentira, no importa los miles de dólares gastados o las veces que un periodista de prestigio preste su voz para apoyarla en un comercial radial o televisivo pagado.

Según las estadísticas del sindicato de aseguradores (SIMED) que asegura la inmensa mayoría de los médicos en Puerto Rico, el 85% de estos pagan menos de $5 mil dólares anuales de prima por su seguro de impericia médica. ¿De qué altos costos habla la doctora Filiberti cuando en los EEUU estos costos se multiplican geométricamente? Debe ser de los mismos "altos costos" de que hablaba el gobernador cuando era candidato en 2008 y prometía una reforma de las leyes sobre impericia, gestión puramente republicana, proveniente de ese sector político norteamericano que lo ha intentado a nivel federal y no ha podido. En aquella ocasión el candidato habló . . . y el pueblo le creyó.

No hay duda de que el gobernador ha hecho el compromiso de reformar las leyes de impericia médica con la clase médica a la que pertenece su querido suegro y, con toda probabilidad, a juzgar por lo que ha hecho antes, tal vez lo logre más pronto que tarde. Pero él, que bastante quemaíto está con la situación de deterioro a todo nivel prevaleciente en el país, no quiere quemarse solo en este asunto. La legislatura tampoco está en ánimo de hacerlo. Un tema que ha movido a cientos de víctimas de impericia medica y sus familiares a marchar frente al capitolio no pasa desapercibido en el país. Y el Colegio, cuya propia existencia está en entredicho con eso de la colegiación obligatoria, ha decidido echar el resto y gastar las cuotas de sus colegiados en este "media tour", alentado por los políticos a hacerlo. Después de todo, la imagen de los médicos está en mejor estado que la de los políticos y puede aguantar candela.

Como la mentira pocas veces se sostiene, es bueno informar al que me lee, la siguiente cita: “Como muy bien se afirma, las campañas de reclutamiento que se han desarrollado en Puerto Rico por parte de instituciones de salud, la mayoría de ellas procedentes de los Estados Unidos Continentales, han sido muy exitosas y han provocado una migración considerable de médicos, enfermeras, profesionales y especialistas de la salud a otras jurisdicciones. Nuestros profesionales son de primera calidad, además muchos de ellos son bilingües.... No hay duda que el deterioro social también contribuye a la emigración de los profesionales mencionados.”

La anterior cita no es mía, ni de ninguno de los “greedy lawyers” que representamos a las víctimas de impericia médica en Puerto Rico. Lo dijo la propia jefa del Colegio de Médicos, doctora Filiberti, en su ponencia el pasado 11 de febrero de 2011, respaldando la legislación propuesta creando la figura de médicos asistentes.

Alguien dijo alguna vez: “La primera vez que me mientas será por tu culpa, la segunda será por la mía.”


Nota del 17 de mayo
Pese a que el Colegio de Médicos Cirujanos lleva a cabo una campaña denunciando la fuga de galenos al exterior por la falta de un tope en las compensaciones por daños morales en los casos de impericia médica, La Junta de Licenciamiento y Disciplina Médica, aseguró que en 2010 se registró un aumento de 730 galenos licenciados para ejercer la medicina en la Isla. El Vocero de PR, pág. 13.

martes, 15 de marzo de 2011

¿Tú también, Bruto?


La asociación de ideas que, continuamente, hace la mente humana es realmente asombrosa. En la obra shakesperiana “Julio Cesar”, el autor inglés hace alusión al momento en que unos componentes del senado romano apuñalan al emperador, siendo uno de ellos Bruto, al que consideraba casi como un hijo. “Et tus Brutus” llegó a convertirse en una frase muy famosa, sinónimo de una sorpresiva traición por alguien inesperado.

Julio César murió acuchillado un 15 de marzo, 44 A.C. Fue previamente advertido de que, en su contra, unos cuantos senadores estaban urdiendo un complot para asesinarlo, con el propósito de formar un gobierno de tipo republicano para que rigiera el imperio romano.

Un personaje en la obra de Don William le dijo al emperador: “Beware of the idles of March”, implicando que el complot se produciría a mediados del mes de marzo. Obviamente, el poderoso Julio César no le hizo caso y así se escribió la historia de una de las mayores traiciones, que nos llega igualmente a través de su pluma. Esa frase ha quedado plasmada en la historia como una advertencia para cuidarse de sus enemigos. Irrespectivo de cualquier mérito que pudiese haber tenido el hombre en su tiempo, como miembro del senado romano, Bruto quedó relegado en la historia como un traidor que colaboró, con su mano, al asesinato de su mentor. Su hazaña solo es comparable con Judas, otro traidor que después vendería a su mentor por aquellas famosas 30 monedas de plata.

Escribo estas líneas, precisamente un 15 de marzo, aniversario de la traición de Bruto, a 11 días del radiomaratón del Colegio de Abogados. Una actividad que se hace con el fin de allegar dinero para pagar una sentencia federal a unos miles de abogados desafiliados.

Digresión o no, desde que publiqué mi anterior post “Adopte un disidente”, no han sido pocos las personas que me han escrito, además de sugerir otro calificativo menos light, pidiendo que liste los nombres de los abogados que escogieron permanecer en el pleito de clase para cobrarle al Colegio la suma de $376.00, o por las razones que hayan tenido, aunque sea la de implosionar su sede. Es lógico presumir que la lista de los abogados de esa clase debe estar un poco menos poblada que la de los que optamos por excluirnos y seguir perteneciendo al Colegio, pero debe ser aún numerosa.

No tengo duda de que todos en el país conocemos, como mínimo, uno de los abogados que permanecieron en el pleito de clase. El Colegio recaba la cooperación del país entero para que coopere, porque pertenece a Puerto Rico y al país ha servido bien. El cheque que se envíe al Colegio no va a provocar la quiebra de nadie, pero puede evitar la del Colegio. Por tanto, lo importante es que todo el que quiera y pueda, envíe su cheque por cualquier suma. Si quiere adoptar un disidente, pueden enviar $376.00 a favor de Fundación del Colegio de Abogados, escribiendo el nombre del disidente. Bruto, seguramente, no se lo agradecerá pero el Colegio y el país, sí.

martes, 8 de febrero de 2011

Impresiones de un conversatorio


La Asociación de Hospitales de Puerto Rico invitó a un conversatorio a varios abogados para hablar del tema de la impericia médica y negligencia hospitalaria. De los cinco abogados invitados, el único identificado con las victimas fue el autor de este blog. Encontré allí a varios colegas, conocidos al fragor de mi litigación en los tribunales por alrededor de tres décadas, entre los cuales se encontraba un ex juez de la corte federal y otros que representaban indistintamente a hospitales y médicos.

El tema del conversatorio fue libre, girando mayormente en torno a las distintas vertientes del mismo problema. Cada uno de los invitados planteamos nuestras posiciones, diversas entre sí. Como el resto de los países, Puerto Rico vive una crisis económica. Así que, como esperaba, se levantó el punto de que los hospitales estaban atravezando por una crisis económica, que había obligado a algunos a acogerse a la protección del código de quiebras federal, como Damas y San Gerardo, para evitar cerrar sus puertas.

Por otro lado, otros arguyeron que los médicos estaban siendo ahogados por las compañías de planes de seguros de salud que les pagaban poco y que las aseguradoras del riesgo de impericia médica proveían unas cubiertas insuficientes. Según pronosticaron los colegas, estos problemas económicos de los médicos y de los hospitales iban en detrimento de los propios pacientes, quienes se verían eventualmente afectados por la falta de servicios médicos de calidad y de hospitales de primer orden.

Observando el giro que estaba dando la conversación, por la proporción de 5-1, me vi obligado a establecer como premisa en la discusión algo que me resultaba obvio pero que se estaba soslayando, inadvertidamente o a propósito: que todo sistema de salud debe tener como principal protagonista y punto de enfoque al paciente, quien resulta el eslabón más débil de la cadena. Argumenté apasionadamente que es al paciente a quien debe protegerse primordialmente y que no se debe limitar el libre acceso a los tribunales para dirimir las controversias. Claro, sin perder de vista que los hospitales requieren operar con un margen de ganancia que le permita ofrecer más y mejores servicios, en beneficio del paciente y que los médicos que rinden su labor cotidiana, la mayoría de forma excelente, lo hagan con una remuneración adecuada.

Porque tampoco pretendo ser ingenuo, entiendo que es necesario buscar vías para retener a nuestro talento médico en el país, de suerte que no les resulte atractivo migrar hacia los Estados Unidos en busca de mejores beneficios económicos y dejen a los pacientes de la Isla desprovistos de servicios de calidad. También me resulta razonable que los hospitales operen con un margen de ganancia holgado, que garantice la contratación de servicios ancilares de primera calidad, ello en beneficio de los pacientes que admiten.

Se sortearon varias alternativas en el conversatorio, la mayoría de las cuales, como suele suceder en este tipo de discusión desigual, iban en detrimento de los pacientes, quienes son eventualmente las víctimas de impericia médica y de la negligencia hospitalaria. Topes a las compensaciones por daños no económicos, eliminación del concepto de solidaridad entre los Co-causantes del daño y la implantación de paneles de arbitraje como medio para desalentar reclamaciones inmeritorias, fueron unas pocas de las "ideas" que se lanzaron a la mesa. También se sugirió legislar para propiciar que las aseguradoras del riesgo aumentaran la cubierta de seguros, considerada insuficiente por los médicos e impedir que recarguen a sus asegurados a menos que recaiga sentencia en su contra.

Nada nuevo bajo el cielo se discutió como posibilidad de legislación entre los que asistimos. Todas las ideas han sido discutidas por más de tres décadas en los EEUU; algunas adoptadas, otras descartadas. Obviamente, argumenté las objeciones de rigor a las sugerencias que implicaban cercenar derechos al paciente, como son los topes a las compensaciones, la solidaridad o limitar el acceso libre a los tribunales, como son los paneles de arbitraje. Concurrí con las que promovían la retención de los médicos y las mejoras de los servicios en los hospitales.

Pienso que las reclamaciones de impericia médica y de negligencia hospitalaria que se presentan en los tribunales, no constituyen un problema y así lo expuse claramente. La insuficiencia de estas radicaciones promueve quizá el sentido de impunidad entre los médicos negligentes, pues piensan que pueden practicar su profesión por la libre. Puse el ejemplo de que en EEUU la proporción de radicaciones es de una de cada ocho casos de impericia médica, por lo que en nuestra Isla, una sociedad aún menos litigiosa, la distancia entre los eventos y las demandas radicadas es mayor.
Por mi parte adelanté varias innovaciones, como la idea de que los hospitales y médicos se abrieran más hacia sus pacientes; que dieran cara cuando las cosas no salieran bien.

Aunque está probado a la saciedad que ello redundaría en una merma en las reclamaciones - que a nuestros anfitriones les interesaba mucho - dije, sin embargo, que el sistema actual no promueve esto. El médico nunca admite cándidamente sus errores ante el paciente o sus familiares y, para ello, tendría que hacerlo. El personal mal pagado de enfermería, tampoco. No dije que era fácil. También sugerí estudiar la posibilidad de implantar un seguro “sin culpa”, (no-fault) con unas cubiertas pequeñas, hasta $25 mil, que desalentara la radicación de demandas de poca cuantía, en base a ajustar las reclamaciones extrajudicialmente, de forma expedita.

El conversatorio concluyó en un par de horas. La asociación de hospitales publica una revista periódicamente, que circula entre sus miembros y en la cual pretende publicar el contenido de ese conversatorio en una próxima edición.

Varias percepciones suelen surgir de la observación de un mismo evento. Soy optimista, pero igualmente realista. Contrario a mí, mis colegas en el conversatorio consideran que al paciente que sufre un daño a manos de un medico negligente no debe ser catalogado como una víctima. Además, entienden que la necesidad económica los impulsa a radicar una reclamación de esta naturaleza. Esa percepción me parece muy equivocada. Para beneficio de nuestras interlocutoras y de los colegas del panel, describí el perfil de una víctima de impericia medica que acude a nuestras oficinas, pero sin mucha esperanza de que concurrieran conmigo. Si en lo más simple hay tanta diferencia conceptual, en lo complicado no veo consenso posible en el camino. En lo único importante en que concurrimos todos fue que, contrario a lo que se ha querido hacer creer muy recientemente en los medios, los pleitos de impericia médica no constituyen o provocan la migración del talento médico fuera de Puerto Rico. Al menos algo positivo salió de dicho conversatorio entre colegas.

Trato de ser objetivo cuando discuto cualquier tema, pero, como he dicho antes, en el de la impericia medica y de la negligencia hospitalaria, no lo soy. En ese conversatorio, el único que intentó lograr algún grado de consenso, quizá por su experiencia en la judicatura, fue el ex juez federal. En una escala de valores, no concibo que el beneficio económico de médicos u hospitales tenga la misma importancia y relevancia que la salud y bienestar del paciente. Quizá los amigos del otro lado de la cancha piensen, sin querer queriendo, que la balanza de la justicia se mantiene equilibrada cuando se le quita derechos a los pacientes en beneficio de los médicos y hospitales. Quien sabe... pero, por lo mismo, no creo que la asociación sea muy objetiva que digamos en su cubierta del conversatorio y potencial análisis editorial, porque, al final del día, como cantó el ponceño Héctor Lavoe, todo es según del color del cristal con que se mira.

El conversatorio fue reseñado en las páginas 32 a la 36 de la Revista de Hospitales, en su publicación de marzo. LA pueden acceder cliqueando aquí.