sábado, 20 de marzo de 2010

Borrón y cuenta nueva ... ¿Déjà vu?


Luego de haberse convertido en la comidilla internacional y tema obligado en muchas conversaciones de sus pares y de los abogados y público en general, los médicos de Puerto Rico que protagonizaron las imprudentes fotografías en el escenario trágico de Haití por fin se han callado y han dejado de excusarse ante todos aquellos que les ponen los medios publicitarios a su disposición para hacerlo. Acto seguido, el presidente del Colegio de Médicos de PR, el Dr. Ibarra, parace esgrimir al perfecto argumento en su defensa. No fueron prudentes, pero su trabajo allá fue encomiable. Borrón y cuenta nueva.

Coincidentemente, las elecciones de una nueva junta en el Colegio de Médicos y Cirujanos son mañana en un hotel del este de nuestra Isla y, en la opinión de muchos, parece que el actual presidente, el anestesiólogo Doctor Ibarra, cuenta con la mayoría de los galenos colegiados para una reelección gremial, en contra de la Dra. Alicia Filiberti, quien hace unos cuantos meses anunció su aspiración. Ibarra, al menos, debe contar con aquellos que él ha llamado cariñosamente “muchachos” que posaron de forma “imprudente” con armas, licores y seguetas para el lente fotográfico en Haití. Los mismos que ha excusado, casi a diario, por haberse tomado las fotos en “momentos de asueto,” agotados de cansancio por la ardua labor heroica que hicieron y a muchas millas de distancia de los hospitales y pacientes.

El borrón y cuenta nueva parece ser el eslógan subliminal actual de la campaña re-eleccionaria del presidente Dr. Ibarra. Sin embargo, conozco de la integridad personal y profesional del presidente del comité de ética del Colegio, Dr. Alfonso Serrano, por lo que opino que, sustrayéndose de la campaña política de reelección y de la consigna solapada del presidente del Colegio, su comité eventualmente sabrá recomendar un nivel adecuado de “cogida de cuello” a los investigados, para que aprendan a ser sensibles y profesionales a la hora de la hora.

Nota del lunes 22 de marzo de 2010. Paradójicamente, parece que el 'borrón y cuenta nueva' se lo aplicaron a él. Los deseos de reelección del Dr. Ibarra sucumbieron por 51 sufragios, habiendo votado en las elecciones del gremio alrededor de 600 médicos, de una matrícula de un poco más de 12,000 que conforma el Colegio. Enhorabuena a la doctora Filiberti; estaremos bien pendientes a sus ejecutorias, especialmente en torno al tema de la impericia médica y, de paso, en el de los "muchachos imprudentes" de su colega, el buen doctor Ibarra, que asumo contará con más tiempo en los sucesivo para su obra filantrópica. Veremos...

Nota del martes 23 de marzo de 2010. Enciendo la radio en la mañana y, aparte de los asesinatos del día, oigo al locutor decir que la nueva presidenta del Colegio de Médicos le 'tira la toalla' a los "muchachos imprudentes" del doctor Ibarra. Medio frustrado apago la radio y me dispongo a tomar dos semanas de vacaciones fuera del país. No tienen remedio, HQJ!

lunes, 1 de febrero de 2010

Sin palabras...


Con el permiso de don Rafael, reproduzco su carta abierta.


"Para Haití nuestro corazón puertorriqueño
Por Rafael Cancel Miranda
Ex prisionero político puertorriqueño

Temprano en la mañana del sábado 29 de enero, recibí una llamada telefónica de José Pérez González, joven patriota puertorriqueño que cumplió cinco años en una prisión yanqui, acusado y sentenciado por un tribunal estadounidense en Puerto Rico por haber participado en las protestas contra la marina estadounidense y su criminal bombardeo en Vieques. Sonaba agitado mientras me pedía que participara en una conferencia de prensa para limpiar nuestro honor por la atrocidad que habían cometido unos médicos puertorriqueños en Haití. No entendía de qué hablaba pues recién me había levantado de la cama. Le contesté que yo estaría presente en todo lo que fuera por la independencia de Puerto Rico. Me quedé intrigado pues realmente no sabía de qué me hablaba. Unos minutos después entró mi esposa con la acostumbrada tacita mañanera de café negro. Me dice: ¡A cuánta degradación se va a llegar! Le pregunté qué había sucedido y me contestó que acababa de ver en el noticiero mañanero unas bochornosas fotografías de unos médicos puertorriqueños participantes en una supuesta misión humanitaria en Haití. Entonces entendí de qué hablaba el joven patriota puertorriqueño y por qué estaba tan indignado. Lo llamé y le dije que estaba dispuesto a participar en cualquier conferencia de prensa acerca de la conducta tan desgraciada por parte de esos médicos. De ahí estas líneas.
En nombre de mi pueblo verdaderamente puertorriqueño y en nombre del mayor de mis hijos que es médico y quien en más de una ocasión ha ido voluntariamente en misiones humanitarias a prestar servicios médicos gratuitos en África, América Latina y el Caribe; y en nombre de Pedro Dubois, aquel revolucionario haitiano fusilado en 1822 por el régimen español en Puerto Rico, acusado de ser uno de los principales organizadores de una conspiración para lograr la abolición de la esclavitud y la independencia de Puerto Rico; y en nombre del doctor Ramón Emeterio Betances, Padre de la Patria puertorriqueña y llamado El Antillano, quien como médico ayudó a combatir el cólera morbo que arrasó a Puerto Rico en 1855 y quien dormía en la acera para estar accesible a sus pacientes; y en nombre de todos los médicos puertorriqueños de gran sensibilidad que he conocido, quiero expresarle al pueblo haitiano nuestras excusas. Lo mismo quiero expresar a todo hombre y mujer sensible a la desgracia humana.
Hubiese querido que esos médicos que se burlaron de la tragedia humana se hubiesen enterado de la nobleza y sensibilidad de los médicos cubanos que están en Haití dando su mano y corazón a ese pueblo. Vi una doctora cubana llorar de la emoción mientras abrazaba a una haitianita herida. Quizás tratando de excusar a estos médicos puertorriqueños por su conducta tan inexcusable, podría culpar al sistema que los deshumaniza, mientras que el sistema que produce a los médicos cubanos humaniza. Pero hay una cosa que sí quiero afirmar: esos médicos que nos abochornaron ante el mundo entraron a la República Dominicana como “ciudadanos americanos” y fueron seleccionados y enviados por un senado colonial antipuertorriqueño. Pueden estar seguros de que ninguno de esos médicos era defensor de nuestra independencia, ni de la Revolución Bolivariana. Una mentalidad va con la otra. Puedo decirle orgullosamente al pueblo haitiano que sí había médicos verdaderamente puertorriqueños en Haití y que se comportaron con dignidad y con el respeto que merece el pueblo haitiano.
Como puertorriqueño, extiendo mi gratitud a los pueblos del ALBA. Con sus acciones han demostrado que somos una Gran Patria caribeña y latinoamericana y que en Haití no hacen falta fusiles, sino hospitales, rescatistas y mucha solidaridad.

30 de enero de 2010San Juan, Puerto Rico"


Nada más.

jueves, 31 de diciembre de 2009

SER O NO SER . . . .humano



Reflexionaba hace unos días sobre qué escribir del tema de la impericia médica en Puerto Rico, sobre médicos y abogados que pudiera servir de punto final a mis escritos en este año que acaba. Recordé una película protagonizada por el actor estadounidense Richard Gere titulada “Nights in Rodanthe”. Era una trama romántica, que mi esposa casi me obliga a ver en estos días. Digo que casi me obliga porque no soy muy dado a sentarme a ver televisión. Sin embargo, esta película me interesó por su trama secundaria, que nada tenía de romántica y que, un poco, motivó el que los personajes principales se conocieran.

No les voy a contar la película, solo la uso como pie forzado para este ensayo. Este afamado actor caracterizaba en la película a un médico cirujano que había perdido una paciente mientras le practicaba una cirugía relativamente sencilla. La dama tuvo una complicación que, aunque poco probable, la llevó a su muerte a pocos minutos de comenzada la cirugía. Una enfermera tuvo que comunicar a los familiares cercanos de la dama fallecida el hecho de su muerte, pues el cirujano estaba ocupado con otras tres cirugías que tenía pendientes. Eventualmente la familia demandó al médico por alegada impericia médica.

La actitud del médico - en la trama de ficción - de desentenderse de lo que podría ser más que un deber como médico, un deber sencillamente humano, me hizo recordar varios casos que he tenido, en particular uno muy reciente. Al igual que en la película, ni una palabra de pésame o de sensibilidad ante el hecho de la gran pérdida que estaba experimentando la familia de la persona fallecida, fue proferida en mi caso por médico alguno. Así lo declaró la hija en una especie de catarsis en corte abierta, provocando con sus sentidas y sinceras lágrimas un pequeño receso en el juicio.

Estar continuamente trabajando en una institución hospitalaria con gente enferma puede de-sensibilizar a una persona. Lidiar con el sufrimiento humano no es fácil y, si se hace frecuentemente, puede drenar las energías a una enfermera o a un médico al punto de afectar su ánimo y su capacidad para trabajar en la profesión que escogió. Peor aún, puede afectar su vida personal y familiar. Es razonable, por tanto, que estos profesionales de la salud tomen cierta distancia y tengan una actitud de desapego cuando se relacionan con sus pacientes. En mi opinión es válido para un profesional de la salud asumir en ocasiones una especie de coraza o escudo emocional que los proteja.

Trabajar con desapego o tomar cierta distancia, con el propósito de protegerse emocionalmente, como dije, es razonable. Sin embargo, esta actitud de “desapego” no debe llegar al punto de hacer que el profesional de la salud pierda la sensibilidad humana. El sufrimiento de su paciente o de las personas que pierden a un miembro querido de su familia, como consecuencia de un tratamiento médico, jamás debe tomarse a la ligera por el profesional de la salud.

Con su carencia de sensibilidad humana en ese momento de pérdida de su paciente, el personaje de la película interpretado por Richard Gere prácticamente se compró una demanda de impericia médica en su contra. Podría el médico haber tenido las mejores defensas en su caso que le valdrían quizá un veredicto a su favor; no sé, porque ese detalle queda en el aire en la película como una mera trama secundaria. Lo que quedó bien claro y fue eventualmente comprendido por éste, es que como ser humano fracasó y de mala manera en un momento crucial de su práctica profesional. Con su actitud, que claramente denotó prepotencia e insensibilidad, solamente logró que la familia que sufrió la pérdida del ser querido buscara enojada el asesoramiento de un abogado y que posteriormente lo demandara.

Ya había escrito que el común denominador de las personas que gestionan el asesoramiento de un abogado especializado en impericia médica es la falta de información, la frustración e impotencia ante lo ocurrido y el coraje. Estas emociones, que no ocultan, motivan casi el cien por ciento de las consultas profesionales que he hecho sobre este tema. “Vienen frustradas, con ira, impotentes de no poder hacer nada. Dudosas sobre el evento que marcó sus vidas. Caras largas que no explicaron porque “ellos son los que saben de medicina”. (Perfil de una víctima de impericia”).

Quizá no todas, pero estoy seguro que muchas visitas a los abogados no se harían con solo el médico dar cara a su paciente o familiares. Esto no tiene nada que ver con la medicina. Es algo que debe hacer el médico simplemente porque es también un ser humano, equipado con una conciencia que lo diferencia del animal. Un pésame sincero ante la pérdida, un abrazo, un ofrecimiento de razones; en fin, algo que denote que se hizo lo que se pudo y todo lo que debió hacerse pero no se obtuvieron los resultados deseados. Si fue así, algo que implique que sencillamente el tratamiento resultó en una desgracia que no se pudo evitar. ¿Qué le cuesta al médico hacer esto?

Soy abogado, represento exclusivamente a víctimas y defiendo los intereses de mis clientes en cualquier foro con asertividad y perseverancia hasta lograr el mejor objetivo posible en su beneficio. He aprendido con el tiempo y vivo día a día el valor de demostrar una verdadera solidaridad con las personas que se consideran víctimas directas e indirectas de impericia médica. Es también una meta alcanzable de todo el que se crea un buen médico y, si lo quieren ver desde el punto de vista pragmático, puede ahorrarles muchas visitas a los tribunales. Tomen los médicos éste como mi consejo gratis de fin de año.
Tal vez sea utópico, una pretensión idealista en un mundo donde cada día se pierden de vista valores simples y sencillos que, a través de los siglos, han servido de cohesión para lograr una mejor convivencia social. Siempre he sido idealista, así que espero que el nuevo año sea mejor que el que dejamos atrás.