martes, 4 de septiembre de 2007

Peritaje a la orden ... ¿de quien? (carta de un lector)

Me escribe un médico lector, cuya comunicación transcribo de forma íntegra:

“Estimado Lcdo Velazquez (sic): Estuve leyendo su pagina (sic) que la encontre (sic) por casualidad (no casualidad) jajaja!!!, mientras buscaba informacion (sic) en un periodico (sic). Con todo respeto, creo debe haber en su pagina (sic) una contraparte al aspecto de impericia. Le quiero recordar que aunque en su caso las demandas no esten (sic) vinculadas a obtener un pecunio (sic), yo he podido observar esto (sic) muchas veces mientras hago peritajes. Ocurren errores humanos todos los dias (sic). En el 1998 murieron cerca de 100,000 personas en los EU por esto (sic). Sin embargo, muchos abogados (no usted) radican demandas por pecunio (sic) propio. Radican demandas sin opinion (sic) pericial y con peritos que son "gun for hire". Existe la mala ocurrencia y eso no es impericia. Hasta donde vamos a llegar? Yo he hecho peritajes de ambos lados y lo veo a cada rato. Recuerde que el ave nacional es el ganso.... Con todo respeto, Alfonso Serrano MD FACOG-FACS”

Entre todas las cosas que menciona el buen doctor, hay un aspecto que merece mi comentario y es la presentación de demandas por algunos abogados sin opinión pericial que las sostenga. Este planteamiento es incuestionable y representa una práctica forense que debe ser rechazada por todos. Con la excepción de tener que presentar la demanda para interrumpir el período prescriptivo, no hay razón alguna para que el abogado ressponsable no obtenga una opinión pericial antes de radicarla. En este caso, una vez radicada, el abogado debe abstenerse de diligenciar los emplazamientos hasta que obtenga una. El diligenciarlos conlleva para el médico el problema de tener que informarlo a su aseguradora, lo que implica un aumento inmediato de su prima de seguros, por la política de recargos prevaleciente en la industria de seguros de este tipo. Si no hay caso, se desiste voluntariamente de la demanda. Si, por el contrario, la opinión pericial sostiene la teoría de negligencia esbozada en la demanda, entonces se diligencian los emplazamientos; así de sencillo.

Sin ánimo de justificar acciones que de entrada he rechazado, es indudable que existe un problema grave de escasez de recursos profesionales médicos a disposición de las víctimas de impericia médico-hospitalaria. Sencillamente, son contados los médicos que están dispuestos a declarar en contra de otro médico. Ello obliga en múltiples ocasiones al abogado a contratar peritos de EEUU que cobran cifras exhorbitantes para hacer peritaje en Puerto Rico.

Distinto a otros profesionales, los códigos de ética de las distintas agrupaciones de especialistas norteamericanas a las que están adscritos muchos profesionales de la Isla, incluyendo aparentemente al lector referido, les sugieren a sus miembros el deber de hacer peritaje en ambos lados de la cancha, tanto en defensa de sus pares, como a favor de las víctimas de impericia médica. Sin embargo, la inmensa mayoría de los médicos no están dispuestos a hacerlo, levantando algunos razones como "falta de tiempo" para ello y la mayoría, sencillamente, que no declaran en contra de colegas suyos. El número de especialistas que brinda su peritaje para las víctimas, por tanto, es ínfimo si lo comparamos con los que están dispuestos a hacerlo en favor de sus pares, muchas veces haciendo increíbles malabares para justificar acciones negligentes, como veo a cada rato.

Una demanda de impericia médica para un médico es cosa seria, por las consecuencias que ello acarrea. No obstante, contrapuestos ambos intereses, con el respeto que me merecen los buenos médicos, prefiero darle el beneficio de la duda al eslabón menos fuerte de la cadena: al paciente que ha sufrido el daño que lo ha marcado muchas veces de por vida. Después de todo, ¿quien pierde más?

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