Conocí personalmente a Benny hace alrededor de una década, cuando me unió como abogado en un caso que había radicado en el 1990, en representación de un caballero que le habían amputado una de sus piernas, a causa de una alegada de impericia médica y negligencia hospitalaria. Entré a su caso ya en la etapa del juicio, que, entre continuaciones, por el cúmulo de trabajo del tribunal, duró un poco más de un año y medio.
Conocía a Benny antes por referencia. ¿Quién no lo conocía en Puerto Rico? Conocía de su gran habilidad como abogado litigante y conocedor del derecho, también por referencia. Conocía, además, de su pasión por las causas en que creía. Escucharlo hablar era escuchar a una persona apasionada, no importa del tema del cual lo hiciera.
El caso en que tuvo la gentileza en unirme a la representación de sus clientes, sin embargo, me dio la oportunidad de conocerlo un poco mejor que la mayoría del pueblo, que lo conoció a través de su vida pública de casi 50 años. Recientemente tuve el honor de representarlo en un caso personal en la etapa de juicio,a él y a su señora esposa. Fue un honor compartir con él. En una ocasión que su programa Voz Primera se trasladó a Caguas, me pidió que lo sustituyera como mantenedor y comentarista. Naturalmente, hablé mucho de impericia médica.
Mi relación con él me llevó a conocer luego, a nivel personal, a su esposa, la juez federal Carmen Consuelo Vargas de Cerezo y a su hija Rosanna. Conocí su amor por su familia, su buen humor, que era contagioso, su cultura, intelectualidad y su profundo sentido de justicia para los desvalidos. Fue un honor conocer a Benny, un patriota boricua, con un inconmensurable amor por nuestra patria Puerto Rico.
El sábado pasado les texteeé a Benny y a doña Cuca una buena nueva. Su señora esposa me contestó que estaban en esos momentos en ruta a Cleveland, donde Benny confrontaría su destino final. Estaban esperanzados y con mucha fe, pero preocupados por la cirugía que le esperaba a Benny próximamente. Lo último que me texteó Benny en ese diálogo fue un consejo, que seguiré: Avanti, que significa Adelante. Hoy se lo devuelvo.
AVANTI, Benny, buen viaje!
lunes, 15 de abril de 2013
jueves, 4 de abril de 2013
Demasiados médicos obedientes para mi gusto
De entrada, tengo que decir que no aplica en los casos de impericia médica o negligencia hospitalaria, pero qué mucho médico la están planteando en Puerto Rico, como quien no quiere la cosa. La llamada “obediencia jerárquica” usualmente ha sido una defensa utilizada en el ámbito del derecho criminal. Por excepción, se puede invocar también en casos civiles de daños y perjuicios, pero solamente cuando la acción que ocasiona daño, es de carácter intencional o culposa. Para que se pueda invocar con éxito en estas circunstancias, sólo puede invocar la defensa un empleado o funcionario público que haya sido demandado en su carácter personal. Es aplicada cuando el empleado demandado logra probar que, cuando causó el daño a otro, lo hacía obedeciendo una orden de un superior. Ello es así, siempre y cuando la orden estaba dentro de la autoridad del jefe y el empleado estaba obligado a obedecerla, y se refería a las relaciones habituales entre ellos. Por último, y no menos importante, la orden no puede haber revestido apariencia de ilicitud, o sea, que el empleado no “huela” que la acción que va a emprender, sea ilegal.
De un tiempo a esta parte, algunos médicos demandados intentan justificar sus actuaciones aparentemente negligentes, contestando a mis preguntas que hicieron lo que hicieron porque simplemente seguían órdenes de algún superior. Parecería como si intentaran oponer la defensa de obediencia jerárquica referida antes a las alegaciones de negligencia en su contra. Cuando eso pasa, miro a sus abogados y algunos me sonríen, como si dijeran: “déjame ver si caes en esa”.
Naturalmente no caigo en ese juego, pero me apenaría mucho si otros abogados toman esa defensa como buena en un caso de impericia médica o negligencia hospitalaria, o, peor aún, que algún juez le comprara ese cuento a un médico negligente, lo que creo bastante poco probable que suceda. Pero, en fin, me la han tratado de pasar ya en varias ocasiones y es bueno advertir a los abogados que llevan su caso de impericia médica y que están comenzando en estas lides.
Irrespectivo que un médico tenga a otro como su superior, tiene que atender el paciente y practicar la medicina como si estuviera solo, diligente y responsablemente. No puede apuntar hacia el jefe si algo no va bien con el paciente. Dicho de otra forma, si ocasiona daño a un paciente por acción u omisión, si estaba en posición de ayudar al paciente y no lo hizo o lo hizo mal negligentente, comoquiera va a responder, porque su deber médico es suyo, no de su jefe. No sé por qué lo hacen. Sé que sus abogados lo saben; quizá debieran saberlo ellos y ellas también: NO HAY OBEDIENCIA JERARQUICA que puedan esgrimir como defensa o eximente de responsabilidad en los casos de impericia médica.
lunes, 31 de diciembre de 2012
Lo que el Año Viejo se llevó
En el tema de la impericia, el gobierno de Luis Fortuño, que pronto será catalogado como la "pasada administración", le dio a los pacientes en Puerto Rico como a pillo de película. Nunca antes gobierno alguno trató tan mal a los pacientes en este tema.
El senador Thomas Rivera Schatz y la senador Lorna Soto inicialmente aparentaron proteger a las víctimas de impericia médica, sirviendo de escudo a algunos intentos del primer ejecutivo del país para pasar legislación que afectaba a los pacientes. Estos senadores pusieron un detente a las intenciones para imponer un tope a la compensación de daños no económicos, cuando Fortuño trató de que fuera $250 mil. Sin embargo, cuando, de forma unilateral, autoritariamente, el Secretario de Salud, Lorenzo González, hizo un reglamento concediendo inmunidad del Estado a diez hospitales privados y, por ende, a los facultativos médicos que allí trabajan, imponiendo, además, un tope de $75 mil a todos los daños, estos senadores de la entonces mayoría hicieron mutis y miraron hacia otro lado. Cayeron en la trampa, voluntaria o involuntariamente, de los llamados "centros de trauma".
Fue la Asociación de Víctimas de Impericia Médica (AVIM) que auspició anuncios en la radio pidiendo al gobernador Fortuño que lo dejara sin efecto. En respuesta, el llamado contralor electoral los censuró burdamente, teniendo que ser demandado en la corte federal por AVIM que prevaleció a fuerza del malletazo correctamente dado por el Juez Daniel Domínguez. Aún así, y teniendo la oportunidad única de echar pa'lante en favor de AVIM, Rivera Schatz y Lorna Soto volvieron a hacer buche. Soto pagó por ello en las elecciones generales. La cuenta de TRS con las víctimas de impericia médica aún está pendiente de cobro y solo la distribución electoral que se hizo bajo su dirección, entre candidatos a senadores por acumulación, lo salvó.
Este año fue difícil para todos los que vivimos en Puerto Rico y, obviamente, también lo fue para las víctimas de impericia médica, con una segunda excepción que salió a la luz pública. Casi al filo de fin de año, el Procurador de la Salud, antes Procurador del Paciente, impuso una multa de $10 mil al Centro Médico por el caso del niño de Arecibo que no fue trasladado a tiempo del Hospital Cayetano Coll y Toste de esa localidad, debido a una alegada falla en el sistema de comunicaciones. Esa es la multa máxima que puede imponer dicho funcionario en cualquier investigación que haga, aunque el Centro Médico aparentemente no se cruzará de brazos.
No sé si los padres del menor que, eventualmente murió, están conformes con esa determinación administrativa. No sé si ese fin era el perseguido por ellos. Aunque felicito al Procurador de la Salud, este caso me deja un sabor agridulce, pues estimo que nuestro sistema para dilucidar controversias sobre impericia médico hospitalaria, en general, se queda corto, desde el punto de vista de justicia para las víctimas. Casos como ese y otros que he llevado y que conozco por referencia, deben ser tratados, no solo desde el punto de vista administrativo o civil, sino también en el aspecto penal. No es nuevo, ya antes he favorecido esta postura, que es seguida en muchas naciones de vanguardia y la he discutido desde este foro.
Veremos lo que nos depara el 2013. Espero que muchas actitudes, con la llegada de este nuevo gobierno cambien y que el año viejo, como decían antes, se lleve toda la basura, especialmente aquella que se tira en dirección del paciente y del que ha sido víctima de una mano negligente. Espero que el 2013 traiga mucha salud a nuestra población y que las actitudes cambien. Si no cambian, tendremos que seguir luchando duro para conseguir una justicia plena. Pero ahí estaremos.
El senador Thomas Rivera Schatz y la senador Lorna Soto inicialmente aparentaron proteger a las víctimas de impericia médica, sirviendo de escudo a algunos intentos del primer ejecutivo del país para pasar legislación que afectaba a los pacientes. Estos senadores pusieron un detente a las intenciones para imponer un tope a la compensación de daños no económicos, cuando Fortuño trató de que fuera $250 mil. Sin embargo, cuando, de forma unilateral, autoritariamente, el Secretario de Salud, Lorenzo González, hizo un reglamento concediendo inmunidad del Estado a diez hospitales privados y, por ende, a los facultativos médicos que allí trabajan, imponiendo, además, un tope de $75 mil a todos los daños, estos senadores de la entonces mayoría hicieron mutis y miraron hacia otro lado. Cayeron en la trampa, voluntaria o involuntariamente, de los llamados "centros de trauma".
Fue la Asociación de Víctimas de Impericia Médica (AVIM) que auspició anuncios en la radio pidiendo al gobernador Fortuño que lo dejara sin efecto. En respuesta, el llamado contralor electoral los censuró burdamente, teniendo que ser demandado en la corte federal por AVIM que prevaleció a fuerza del malletazo correctamente dado por el Juez Daniel Domínguez. Aún así, y teniendo la oportunidad única de echar pa'lante en favor de AVIM, Rivera Schatz y Lorna Soto volvieron a hacer buche. Soto pagó por ello en las elecciones generales. La cuenta de TRS con las víctimas de impericia médica aún está pendiente de cobro y solo la distribución electoral que se hizo bajo su dirección, entre candidatos a senadores por acumulación, lo salvó.
Este año fue difícil para todos los que vivimos en Puerto Rico y, obviamente, también lo fue para las víctimas de impericia médica, con una segunda excepción que salió a la luz pública. Casi al filo de fin de año, el Procurador de la Salud, antes Procurador del Paciente, impuso una multa de $10 mil al Centro Médico por el caso del niño de Arecibo que no fue trasladado a tiempo del Hospital Cayetano Coll y Toste de esa localidad, debido a una alegada falla en el sistema de comunicaciones. Esa es la multa máxima que puede imponer dicho funcionario en cualquier investigación que haga, aunque el Centro Médico aparentemente no se cruzará de brazos.
No sé si los padres del menor que, eventualmente murió, están conformes con esa determinación administrativa. No sé si ese fin era el perseguido por ellos. Aunque felicito al Procurador de la Salud, este caso me deja un sabor agridulce, pues estimo que nuestro sistema para dilucidar controversias sobre impericia médico hospitalaria, en general, se queda corto, desde el punto de vista de justicia para las víctimas. Casos como ese y otros que he llevado y que conozco por referencia, deben ser tratados, no solo desde el punto de vista administrativo o civil, sino también en el aspecto penal. No es nuevo, ya antes he favorecido esta postura, que es seguida en muchas naciones de vanguardia y la he discutido desde este foro.
Veremos lo que nos depara el 2013. Espero que muchas actitudes, con la llegada de este nuevo gobierno cambien y que el año viejo, como decían antes, se lleve toda la basura, especialmente aquella que se tira en dirección del paciente y del que ha sido víctima de una mano negligente. Espero que el 2013 traiga mucha salud a nuestra población y que las actitudes cambien. Si no cambian, tendremos que seguir luchando duro para conseguir una justicia plena. Pero ahí estaremos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)