sábado, 11 de agosto de 2007

¿Time out? nah! ... !FALTA PERSONAL!


En un artículo publicado en el El Nuevo Día del sábado 11 de agosto, titulado "Time Out ... (Tiempo)" , el conocido cirujano general y ex Secretario de Salud Dr. Enrique Vázquez Quintana, sintetizó las múltiples medidas que han sido tomadas por las instituciones hospitalarias, a lo largo del tiempo, para evitar los casos de impericia médico-hospitalarias. Al concluir, citando lo que alegadamente dijera un supuesto papa de nombre Alejandro en 1711 de que "errar es de humanos, perdonar es divino", no solo comete un ligero error, sino que solapadamente le tira la toalla a colegas suyos que diariamente cometen este tipo de acto negligente en perjuicio de sus pacientes.

No obstante los esfuerzos sinceros de profesionales e instituciones serias y dedicadas, cada año los eventos de impericia médico-hospitalaria siguen en aumento. Un informe de HealthGrade, Inc. revelado a mediados de 2004 implicó que la cifra de casos de errores médicos publicada en 1999 en el artículo del New England Journal of Medicine “To Err is Human” (Errar es de humanos), y al que hace referencia el galeno articulista, era extremadamente conservadora y se quedaba corta por mucho.

La escasez de peritos médicos dispuestos a declarar en contra de otro médico en Puerto Rico obliga a las víctimas de impericia médico-hospitalaria a gastar grandes sumas de dinero importando a sus casos judiciales peritos del exterior. Esta situación resulta no solo contraria a los cánones de ética de esa antigua profesión, sino injusta y sobretodo absurda, habiendo más de 10,000 médicos en este país, aunque últimamente ha caído en desgracia casi un centenar de éstos, acusados en la corte federal de obtener sus licencias por medios fraudulentos.

El TEM tiene miles de querellas de impericia durmiendo el sueño de los justos en sus archivos. El 3% de los médicos en este país son responsables del 38% de las pérdidas de SIMED, el sindicato asegurador que les provee cubiertas de seguro. Hay docenas de médicos con múltiples demandas y sentencias en su contra que siguen practicando la medicina en sus consultorios y admitiendo pacientes a los hospitales que le dan privilegios como si la cosa no fuese con ellos, porque el sistema simplemente los protege. Solo un médico de Arecibo con la dudosa distinción de más de 40 demandas en sus costillas y un historial de 7 damas muertas por su negligencia, ha sido suspendido y ello ante el escándalo que ello implicaba y que se reveló en las vistas legislativas de 2004 sobre la legislación de impericia médica. Por último, aunque el galeno no lo dice ni lo admita, la gran mayoría de las medidas para evitar daños a los pacientes han surgido como consecuencia de las demandas que se presentan en los tribunales.

Ciertamente los médicos son humanos e imperfectos y, sin duda alguna, ninguno intenta dañar al paciente que maneja. Pero cuando esto sucede hay que juzgar sus actuaciones rigurosamente y, de probarse que ha mediado negligencia de su parte, someterlo a las medidas correctivas que correspondan incluyendo, en casos extremos, la suspensión de su licencia para practicar la medicina.

Los demás mortales no podemos ni debemos en este tema darnos el lujo de ser tímidos, por decir lo menos, conformándonos con un “time-out” cuando estamos a merced de los médicos y hospitales. Mientras tenemos salud, debemos exigir más y mejores medidas y protocolos de seguridad en los hospitales y dentro de la práctica de la profesión médica para preservar la integridad física y la salud en general de los pacientes.

Por otro lado, los profesionales de la salud no deben encubrir estos errores que cuestan vidas al negarse a declarar en contra de otro médico o denunciar de frente los actos u omisiones negligentes ante los propios hospitales o las autoridades competentes. Hay que atreverse a cantar la falta y en ocasiones, sacar al médico del juego.

Por cierto, y que me disculpe el Dr. Vázquez Quintana por la fe de errata no solicitada que sigue a continuación. La cita referida, ("To err is human, to forgive, divine") que traduce al vernáculo como cierta clase de epílogo a su artículo periodístico, no es de la autoría de un papa llamado Alejandro, como establece equivocadamente, presumimos que sin intención de elevar los 'errorcillos' médicos a niveles bíblico-esotéricos, sino del elevado, aunque terrenal, Alexander Pope, un poeta y escritor inglés (1688-1744). Pero, después de todo, que no se preocupe mucho el buen doctor; como me recordó mi hija Mayté, cometió el mismo error que el protagonista de "El Código da Vinci". :-)

2 comentarios:

Zaydeé Amanda dijo...

Lcdo. Velázquez
Le felicito por su análisis y por supuesto una vez más se pone en manifiesto que su título lo lleva bien puesto. Gracias por llevar las cosas a su justa perspectiva como lo ha sido su reacción al artículo en referencia! Era de esperarse una reacción de su parte al respecto.
Saludos,
Zaydeé Amanda

DW dijo...

Cierto que errar sucede.

Pero cuando es evidente y clara la incompetencia, abuso, mala fe, crimen, etc., entonces no es error sino, horror. Y su complicidad es igualmente horrenda.

Gracias. Otro excelente articulo.

DW