miércoles, 15 de mayo de 2013

Entre "HOSPITALISTOS" te veas

Médicos, hospitales, pacientes y abogados de víctimas de impericia médica se encuentran del mismo lado, por primera vez en Puerto Rico, en el tema de los hospitalistas, o debo decir, ¿hospitalistos?  Sin el permiso de Pedro Scorza Viscal, médico y abogado, tomo prestada su definición de la figura del hospitalista, según estructurada en el país por un par de aseguradoras dedicadas a proveer planes de seguros de salud Medicare Advantage a nuestra población incapacitada y a la llamada tercera edad. 

Acertadamente, el doctor Scorza define los hospitalistas así: "internistas contratados por un plan médico en específico para servirle a la población de pacientes que acuden a ese hospital en específico.  Estos evalúan las consultas de sala de emergencia y admiten o dan de alta los pacientes. (Debo añadir, a veces sin ver al paciente). Si son dados alta, (los hospitalistas) reciben una bonificacion extra por cada caso, como incentivo. Si los admiten están cubiertos ya por el pago capitado mensual que reciben, no pueden facturar adicionalmente. Si mantienen las estadías promedios dentro de ciertos límites pre acordados, reciben bonificación extra estipulada por tablas de días/ pacientes, y cantidades acordadas".

Esta definición, tomada prestada al buen doctor, tiene varios elementos que vale la pena discutir, porque son eje de la controversia de todas las partes con esas aseguradoras de planes de salud.  El tema ha provocado desde insultos personales a médicos bien intencionados, alegatos de supuesta difamación, querellas formales a diversas agencias, una reclamación judicial de impericia médico-hospitalaria por la muerte de una beneficiaria de Medicare, supuestas investigaciones federales, reuniones de los representantes de hospitales con el CMS y muchísima publicidad pagada, con el único fin, a mi juicio, de controlar los daños ("damage control") que le han ocasionado toda esta publicidad en contra de sus intereses económicos.

De un tiempo a esta parte, estas aseguradoras han encontrado un gran nicho económico, actuando de intermediarios entre el gobierno federal que paga y el paciente que recibe los servicios médico hospitalarios.   Estas compañías han sido beneficiadas por cierto tipo de "franquicia" del gobierno de EEUU, a través de “Centers for Medicare & Medicaid Services” (CMS), que supuestamente regula, a la vez que aparentemente valida sus cuestionadas prácticas de negocio.  En los períodos de renovación de los planes “Advantage”, todos somos testigos de cómo estas aseguradoras privadas inundan el mercado publicitario para reclutar pacientes beneficiarios de Medicare, tal y como hacen los partidos y sus candidatos políticos en año electoral.  Esta gente le paga a ciertas figuras públicas para que, con sus sonrisas e imágenes positivas, ganadas a través de sus ejecutorias públicas a través de los  años, los endosen en anuncios en radio, televisión y prensa escrita.  El más famoso de estos endosos lo ha dado una reconocida y siempre querida figura de un  noticiario, jubilada de ese medio tras toda una vida frente a las cámaras televisivas.

La figura del hospitalista en EEUU es distinta a la definición criolla y no es mi propósito establecer cuáles son las diferencias entre una y otra.  Como parte de un llamado "programa de hospitalistas", las aseguradoras lograron acuerdos de servicios médicos, accediendo a muchos hospitales, con el propósito de integrar médicos de su selección o de la selección de unas entidades que se crearon para esos fines, a las distintas facultades médicas.  Estas entidades, se crearon simultáneamente en Puerto Rico y son corridas por ciertos médicos, naturalmente de la confianza de estas aseguradoras, con quienes tienen acuerdos económicos.  Estas corporaciones de servicios médicos, a su vez, contrataron grupos de médicos especialistas en medicina interna, que son los llamados "hospitalistas". 

Todas las instituciones hospitalarias de Puerto Rico aceptan e interesan brindar servicios médico hospitalarios a los beneficiarios de Medicare.  Después de todo, esta población es la más que requiere de cuidados médicos y hospitalarios, pues, naturalmente, tiene la salud más quebrada.  La única forma que tienen los hospitales para atraer esta "clientela", beneficiaria de Medicare Advantage, es a través de estas aseguradoras privadas, creadas bajo el palio protector de CMS y a través de las cuales, el gobierno federal paga por los servicios médicos a los beneficiarios. Los hospitales están sintiendo la presión de ser empujados a aceptar incluso médicos que no tienen privilegios como parte de sus facultades médicas y ya se han cansado.

No solo hospitales están que trina en contra de esta práctica.  Basta con mirar las noticias para conocer del descontento en Puerto Rico, a todo nivel, con esta figura del hospitalista. Los hospitales protestan, aunque algunos se la han tenido que chupar, pues es la única forma de brindar servicios a pacientes de Medicare Advantage. Los que no han accedido, han estado dispuestos a perder una porción grande de sus ingresos. 

El otro concepto que resulta altamente preocupante para el país, y que integra la definición dada al principio, es que estas compañías estén bonificando la no hospitalización de un paciente o que se dé de alta luego de un somero tratamiento en sala de emergencias,  Esta práctica, aunque pueda disfrazarse como que persigue una mejor utilización del plan médico, es alarmante porque, en el país donde el ave nacional resulta ser el ganso, incentivar económicamente a un médico por dar de alta o limitar los servicios médicos que pueda brindar, podría degenerar en la muerte de pacientes, como ha sido denunciado por un grupo de médicos en el espacio cibernético de Facebook al que llaman "Medicina Defectuosa". La medicina "defectuosa" del hospitalista, a mi juicio, resulta más amarga que la que predecía el anterior gobernador de Puerto Rico, que ya no veo por aquí.  Sin embargo, el gobernador que sí está aquí ha sido convocado por algunas de las partes en controversia a actuar, con la duda, expresada por algunos, de que un hermano suyo ostenta una posición en la alta jerarquía de una de las aseguradoras, cuya práctica es cuestionada.

En fin, la solución económica que complazca a hospitales, médicos y aseguradoras no es fácil ni está a la vuelta de la esquina. Para el jamón del sándwich, que siempre es el paciente, la vida discurre. . ., a su suerte.

Nota 27 de mayo de 2013
En una asamblea del Colegio de Médicos de Puerto Rico, celebrada el pasado sábado en Ponce, los galenos allí reunidos ratificaron sus objeciones a la figura del hospitalista, según implantada en nuestra Isla por varias compañías de planes médicos.  Me parece que a Medicare no les importa mucho la estructura de pagos (capitación o pago por servicio) que sea utilizada por las aseguradoras que reciben el dinero y que fungen de intermediarias y los médicos de sus distintas redes.  Creo que la implantación y consecuencias de políticas de pago a los llamados hospitalistas será lo que eventualmente se defina en los distintos foros; a ver si el gas pela.

lunes, 15 de abril de 2013

Benny Frankie Cerezo, AVANTI!

Conocí personalmente a Benny hace alrededor de una década, cuando me unió como abogado en un caso que había radicado en el 1990, en representación de un caballero que le habían amputado una de sus piernas, a causa de una alegada de impericia médica y negligencia hospitalaria. Entré a su caso ya en la etapa del juicio, que, entre continuaciones, por el cúmulo de trabajo del tribunal, duró un poco más de un año y medio.

Conocía a Benny antes por referencia. ¿Quién no lo conocía en Puerto Rico? Conocía de su gran habilidad como abogado litigante y conocedor del derecho, también por referencia.  Conocía, además, de su pasión por las causas en que creía.  Escucharlo hablar era escuchar a una persona apasionada, no importa del tema del cual lo hiciera.

El caso en que tuvo la gentileza en unirme a la representación de sus clientes, sin embargo, me dio la oportunidad de conocerlo un poco mejor que la mayoría del pueblo, que lo conoció a través de su vida pública de casi 50 años.  Recientemente tuve el honor de representarlo en un caso personal en la etapa de juicio,a él  y a su señora esposa.  Fue un honor compartir con él.  En una ocasión que su programa Voz Primera se trasladó a Caguas, me pidió que lo sustituyera como mantenedor y comentarista.  Naturalmente, hablé mucho de impericia médica.

Mi relación con él me llevó a conocer luego, a nivel personal, a su esposa, la juez federal Carmen Consuelo Vargas de Cerezo y a su hija Rosanna. Conocí su amor por su familia, su buen humor, que era contagioso, su cultura, intelectualidad y su profundo sentido de justicia para los desvalidos. Fue un honor conocer a Benny, un patriota boricua, con un inconmensurable amor por nuestra patria Puerto Rico.

El sábado pasado les texteeé a Benny y a doña Cuca una buena nueva.  Su señora esposa me contestó que estaban en esos momentos en ruta a Cleveland, donde Benny confrontaría su destino final.  Estaban esperanzados y con mucha fe, pero preocupados por la cirugía que le esperaba a Benny próximamente. Lo último que me texteó Benny en ese diálogo fue un consejo, que seguiré: Avanti, que significa Adelante.  Hoy se lo devuelvo.

AVANTI, Benny, buen viaje!

jueves, 4 de abril de 2013

Demasiados médicos obedientes para mi gusto


De entrada, tengo que decir que no aplica en los casos de impericia médica o negligencia hospitalaria, pero qué mucho médico la están planteando en Puerto Rico, como quien no quiere la cosa.  La llamada “obediencia jerárquica” usualmente ha sido una defensa utilizada en el ámbito del derecho criminal. Por excepción, se puede invocar también en casos civiles de daños y perjuicios, pero solamente cuando la acción que ocasiona daño, es de carácter intencional o culposa. Para que se pueda invocar con éxito en estas circunstancias, sólo puede invocar la defensa un empleado o funcionario público que haya sido demandado en su carácter personal. Es aplicada cuando el empleado demandado logra probar que, cuando causó el daño a otro, lo hacía obedeciendo una orden de un superior. Ello es así, siempre y cuando la orden estaba dentro de la autoridad del jefe y el empleado estaba obligado a obedecerla, y se refería a las relaciones habituales entre ellos. Por último, y no menos importante, la orden no puede haber revestido apariencia de ilicitud, o sea, que el empleado no “huela” que la acción que va a emprender, sea ilegal.

De un tiempo a esta parte, algunos médicos demandados intentan justificar sus actuaciones aparentemente negligentes, contestando a mis preguntas que hicieron lo que hicieron porque simplemente seguían órdenes de algún superior. Parecería como si intentaran oponer la defensa de obediencia jerárquica referida antes a las alegaciones de negligencia en su contra. Cuando eso pasa, miro a sus abogados y algunos me sonríen, como si dijeran: “déjame ver si caes en esa”.

Naturalmente no caigo en ese juego, pero me apenaría mucho si otros abogados toman esa defensa como buena en un caso de impericia médica o negligencia hospitalaria, o, peor aún, que algún juez le comprara ese cuento a un médico negligente, lo que creo bastante poco probable que suceda. Pero, en fin, me la han tratado de pasar ya en varias ocasiones y es bueno advertir a los abogados que llevan su caso de impericia médica y que están comenzando en estas lides.

Irrespectivo que un médico tenga a otro como su superior, tiene que atender el paciente y practicar la medicina como si estuviera solo, diligente y responsablemente.  No puede apuntar hacia el jefe si algo no va bien con el paciente. Dicho de otra forma, si ocasiona daño a un paciente por acción u omisión, si estaba en posición de ayudar al paciente y no lo hizo o lo hizo mal negligentente, comoquiera va a responder, porque su deber médico es suyo, no de su jefe. No sé por qué lo hacen. Sé que sus abogados lo saben; quizá debieran saberlo ellos y ellas también: NO HAY OBEDIENCIA JERARQUICA que puedan esgrimir como defensa o eximente de responsabilidad en los casos de impericia médica.